Me gustaba soñar despierta, lo hacía todo el tiempo. Mi mente creaba miles de historias mientras yo bostezaba frente al monitor de la computadora. Un trabajo aburrido y una imaginación incontrolable, eso era todo lo que tenía.
A veces empezaba a fantasear a la mitad de alguna conversación poco agradable, lo hacía casi sin darme cuenta, era como si en mi interior se activara un mecanismo anti-aburrimiento, se levantaba el telón e iniciaba una fantástica historia. Era bastante buena en aparentar que seguía atenta a la plática, bastaba con mantener una expresión serena y murmurar cosas como “ya veo” o “vaya” de vez en cuando. Creo que nadie nunca se dio cuenta de la poca atención que les prestaba.
Lo hacía con tanta frecuencia que de ser un simple pasatiempo llegó a convertirse una necesidad casi vital. Necesitaba mis sueños, necesitaba mis aventuras imaginarias. Ellas crecían a cada segundo y poco a poco empezaron a devorar mi realidad.
Los colores se derretían y el tiempo olía a vainilla. Los sonidos brillaron y la luna explotó.
Caminé entre los árboles y recorrí senderos repletos de gotas de agua saltarinas, atravesé un rio violeta con aguas de cristal y llegué hasta las fantasmales cascadas silenciosas. Escalé montañas, toqué las nubes e incluso recité poemas en un lenguaje que ni siquiera existía. Viví más de cien vidas a la velocidad de un latido del corazón de un colibrí.
Y después de aquellas aventuras decidí que era hora de regresar, de volver a mi vida ordinaria. Fue entonces cuando me di cuenta de que había olvidado el camino de regreso a casa.
Intenté recordar, intenté volver a mi cuerpo. Tenía que seguir ahí, en algún sitio, probablemente estaba en el trabajo o en el sofá de mi departamento, tal vez incluso podía estar en la fila del supermercado. Tenía que volver, tenía que regresar a la realidad.
Pero no pude hacerlo.
No sé qué es lo que ocurrió allá afuera, no sé si morí, si desaparecí o si simplemente mi cuerpo siguió viviendo sin mí en una especie de autopiloto. No sé cuánto tiempo ha pasado y para ser honesta tampoco sé en qué lugar me encuentro ahora.
Y ahora, pensándolo bien, creo que tampoco puedo estar segura de que aquella realidad no haya sido sólo una de mis fantasías matutinas.
He leído en el blog «ideas para escritores principiantes» que pedias consejo. No soy escritor ni me queda tiempo para aprender a serlo. Por lo que leo en este tu blog, no necesitas consejos, solo escribir de cuantas más cosas mejor. Aunque después te preguntes si tu eres la autora
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Muchísimas gracias! voy a continuar escribiendo y seguiré tu consejo, ¡entre más cosas mejor!
Saludos y gracias por pasar a mi blog 🙂
Me gustaMe gusta
Me sigue gustando mucho cómo escribes, creo que expresas muy bien los sentimientos y eso no lo logra cualquiera.
¡Sigue así!
Me gustaMe gusta
¡Muchas gracias! me hace feliz saber que mis textos logran transmitir algo ❤
Me gustaMe gusta